La semana pasada, el Gobierno anunciaba que no iba modificar las escalas del impuesto interno para autos, motos y embarcaciones. La primera de las mismas se aplica cuando el precio mayorista (de fábrica a concesionario) se encuentra entre los 350.000 y los 800.000 pesos, mientras que la segunda parte de los 800 mil.
Cabe recordar que los autos -tanto nacionales como importados- que entran en la primera escala pagan un arancel del 10 por ciento, y los del otro grupo tienen que abonar un 30 por ciento.
Pese a que desde el sector se esperaba una actualización, que permitiría alejar a muchos modelos de la primera escala del impuestazo, la medida no llegó y todo sigue igual hasta el 31 de diciembre de 2016.
Por este motivo, y por el efecto de la inflación, las marcas no podrán evitar el ingreso de algunos de sus autos en la primera escala del impuesto, lo que condiciona el precio final de venta.
Es lo que le ocurrió a Honda Argentina, que hasta el mes pasado ofrecía la HR-V nacional con la versión EX CVT (la intermedia de la gama) a 442.000 pesos y ahora se elevó hasta los 479.000 (37 mil más).
Pero el cambio más brusco se dio en la versión EXL CVT, cuyo precio se incrementó de 482.900 a 562.000 pesos (79.100 más). La LX CVT continúa a 414.000 pesos.
El del crossover de Honda es sólo el primer ejemplo de las consecuencias que traerá no haber modificado el impuesto, que también podría afectar a muchos modelos medianos como los Chevrolet Cruze, Citroën C4 Lounge, Ford Focus, Toyota Corolla y Volkswagen Vento, la mayoría de origen nacional. También podría condicionar a otros SUVs como es el caso del Jeep Renegade, del Peugeot 2008 y de la Toyota SW4.